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Cómo ayudar a los estudiantes a perder el miedo a participar en clase

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Loreto Fica Luco 13 de octubre de 2025

En muchas aulas, el silencio no es señal de atención, es señal de miedo a equivocarse, miedo al juicio de los compañeros o miedo al rechazo del profesor. Miedo a equivocarse, al juicio de los compañeros o al rechazo del profesor. Este temor frena la participación en discusiones académicas y limita el aprendizaje. Pero, ¿cómo podemos transformar ese miedo en confianza?, ¿cómo crear espacios donde los estudiantes se sientan seguros para opinar, preguntar y debatir?

Este artículo ofrece estrategias concretas para fomentar la participación estudiantil en clase, entendida como una herramienta clave para mejorar el aprendizaje, fortalecer la autoestima y construir comunidades educativas más inclusivas.

¿Por qué los estudiantes no participan en clase?

Antes de proponer soluciones, es importante entender el problema. Según Flores (2015), tanto profesores como estudiantes valoran la participación, pero existe una brecha: los docentes esperan que los estudiantes participen por iniciativa propia, mientras que los estudiantes esperan que los profesores los motiven. Esta falta de sincronía genera aulas pasivas y una cultura de silencio.

Adicional a lo anterior, desde la perspectiva del estudiante, la participación suele verse como una actividad “para los extrovertidos”. Los estudiantes tímidos o inseguros no se sienten representados y, en muchos casos, temen ser juzgados. A esto se suma una cultura escolar centrada en la evaluación memorística, que castiga el error y refuerza el miedo al fracaso.

Beneficios de una participación activa

Participar en clase es más que sólo levantar la mano, involucra construir conocimiento de forma activa, colaborar con otros y desarrollar habilidades de pensamiento crítico, argumentación y escucha.

Como señala Saccucci (2025), la participación auténtica genera espacios donde todas las voces son escuchadas y valoradas, lo que refuerza la inclusión y la equidad educativa. Además, permite al estudiante conectar con lo que aprende, darle sentido y apropiarse del conocimiento.

Flores (2015) sostiene que la participación es una condición esencial para mejorar la calidad de los aprendizajes y no un lujo pedagógico. Cuanto más activo es el estudiante, mayor es su compromiso con el proceso educativo.

Estrategias para fomentar la participación en clases.

1. Crear un ambiente seguro

Los estudiantes solo participan si se sienten seguros. Para ello, el docente debe establecer normas claras de respeto, evitar burlas y validar todas las respuestas, incluso las incorrectas.

El error debe dejar de verse como fracaso y comenzar a valorarse como parte del proceso de aprendizaje. Una frase tan simple como “me alegra que hayas compartido tu idea, veamos cómo la podemos mejorar en conjunto” puede marcar una gran diferencia.

2. Planificar oportunidades de participación

Según el estudio de Flores (2015), muchos planes de clases no incluyen acciones deliberadas para promover la participación. Se espera que ocurra de forma espontánea, pero eso rara vez sucede.

La participación debe planificarse con intención. Algunas ideas:

  • Preguntas abiertas en lugar de cerradas.
  • Actividades en grupos pequeños antes de abrir la discusión al curso completo.
  • Espacios de reflexión escrita previos a la participación oral.
  • Dar segundos para pensar, motivando a los estudiantes con frases como “quiero ver más manos arriba”. 

3. Diversificar las formas de participación

No todos los estudiantes se sienten cómodos hablando en público. Ofrecer diferentes formatos de participación —como encuestas anónimas, discusiones en parejas, murales colaborativos o foros virtuales— permite incluir más voces.

Como proponen los expertos de Edutopia, es clave pensar en formas que reduzcan el riesgo percibido. Por ejemplo, usar pizarras personales para que todos escriban su respuesta antes de compartirla evita que solo participen los más seguros.

4. Enseñar habilidades para participar

Participar e involucrarse en las actividades de clase es una habilidad que se puede enseñar. Instruir a los estudiantes en cómo expresar ideas con claridad, cómo argumentar sin atacar y cómo disentir con respeto es parte del proceso formativo.

La metacognición también puede ser una aliada: pedir a los estudiantes que reflexionen sobre cómo se sintieron al participar, qué los ayudó o qué los bloqueó, permite visibilizar barreras internas y superarlas.

5. Reconocer el esfuerzo, no solo la respuesta correcta

Muchas veces se premia solo la respuesta correcta, lo que refuerza la inseguridad. En cambio, reconocer el esfuerzo de participar —incluso si la respuesta no es la esperada— incentiva a más estudiantes a intentarlo.

Comentarios como “buena observación, ¿alguien quiere complementarla?” o “interesante punto, ¿podemos contrastarlo con otro ejemplo?” amplían la conversación y legitiman distintas miradas.

Cultura escolar y participación

La participación es un eje transversal de la cultura escolar y no una responsabilidad del docente que imparte la clase. Desde la dirección hasta los centros de estudiantes, todos deben contribuir a crear un entorno que valore las ideas de los alumnos.

Una cultura escolar que promueve la formación integral del estudiante, entendiendo la importancia de lo personal, social y ético, además de lo académico, reconoce que aprender es una experiencia activa. En este contexto, se prioriza el desarrollo del pensamiento crítico, la capacidad de discernimiento, la colaboración y la reflexión sobre el propio aprendizaje. Estas características generan condiciones para una participación más comprometida, libre de miedo y alineada con una visión educativa transformadora, centrada en la persona y su potencial.

Conclusión: del miedo a la implicación

Ayudar a los estudiantes a perder el miedo a participar no es un objetivo menor. Es una apuesta por una escuela más democrática, más inclusiva y más efectiva.

Implica escuchar más, planificar mejor y reconocer que el aprendizaje no se transmite: se construye. Cuando los estudiantes hablan, preguntan, responden o debaten, aprenden más y se apropian de su proceso educativo, sintiéndose parte de una comunidad.

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Referencias

  • Flores, O. (2015). La participación de los estudiantes en el aula como factor determinante para mejorar la calidad de los aprendizajes. Tesis para optar al grado de Magíster en Gestión y Dirección Educacional. Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile.
  • Jones, G. (2015, 16 de abril). Feeling the power of oral communication. Edutopia. https://www.edutopia.org/article/increasing-participation-class-discussions
  • Saccucci, B. (2025, 3 de octubre). Overcoming student fears surrounding class discussions. Edutopia. https://www.edutopia.org/article/increasing-participation-class-discussions

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