Los Indicadores de Desarrollo Personal y Social
El proceso educativo no puede entenderse únicamente como la transmisión de conocimientos disciplinares. La formación escolar también involucra dimensiones personales, emocionales y sociales que marcan profundamente la trayectoria de aprendizaje de cada estudiante. En este sentido, los Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS), diseñados por la Agencia de Calidad de la Educación, cumplen un rol central al visibilizar aspectos que no siempre quedan reflejados en las evaluaciones estandarizadas, pero que resultan cruciales para comprender la calidad de la educación.
Tal como señala la Agencia de Calidad (2016), los IDPS permiten “ampliar la mirada de la educación hacia ámbitos formativos esenciales para el desarrollo integral de los estudiantes”. Esto significa que junto al desempeño académico tradicional, es igualmente importante considerar factores como la convivencia, la participación ciudadana, la vida saludable y la motivación para aprender.
El objetivo de estos indicadores es claro: entregar a las comunidades educativas información que les permita fortalecer sus prácticas pedagógicas y de gestión, para así favorecer el desarrollo pleno de cada estudiante.
El Indicador “Autoestima Académica y Motivación Escolar”
Entre los distintos IDPS, uno de los más sensibles y determinantes es el de “Autoestima Académica y Motivación Escolar”. Este indicador busca comprender en qué medida los estudiantes se sienten capaces de aprender, valoran sus logros académicos y encuentran sentido en su vida escolar.
El Currículum Nacional (MINEDUC, 2019) subraya que la autoestima académica se refiere a la percepción que los estudiantes tienen de sí mismos como aprendices, mientras que la motivación escolar alude a la disposición y el interés por comprometerse con sus estudios. En palabras simples, se trata de responder a preguntas como: ¿Creo en mi capacidad de aprender? ¿Encuentro valor en lo que hago en la escuela? ¿Me siento motivado a seguir aprendiendo?
Diversos estudios han mostrado que la autoestima y la motivación son factores protectores frente al abandono escolar, la deserción y el bajo rendimiento. Carol Dweck (2006), reconocida psicóloga educativa, sostiene que la mentalidad de crecimiento —la creencia en que las habilidades pueden desarrollarse con esfuerzo y estrategias adecuadas— constituye un motor fundamental para la motivación académica y el aprendizaje sostenido.
Autoestima Académica y Motivación en la Escuela Chilena
Si bien la relevancia del indicador es indiscutible, en la práctica muchas comunidades educativas enfrentan dificultades para promover una autoestima académica positiva y mantener altos niveles de motivación escolar.
Por un lado, la presión por el rendimiento en pruebas estandarizadas puede llevar a que algunos estudiantes construyan una percepción negativa de sus capacidades, sobre todo cuando sus resultados no se ajustan a los promedios esperados. Por otro lado, factores externos como la inequidad social, la falta de recursos y las experiencias de fracaso repetidas generan sentimientos de frustración y desmotivación.
En este contexto, es común encontrar estudiantes que se perciben a sí mismos como “malos para las matemáticas” o “incapaces de aprender ciencias”, etiquetas que debilitan su autoestima académica y limitan sus oportunidades de crecimiento. Tal como señala Albert Bandura (1997), el sentido de autoeficacia —la creencia en la propia capacidad para lograr metas— es un predictor determinante del éxito académico y personal.
La problemática, entonces, es doble: ¿Cómo ayudar a que los estudiantes construyan una visión positiva de sí mismos como aprendices? ¿Cómo sostener la motivación escolar en contextos donde la desafección y el desinterés parecen ganar terreno?
Propuestas de Acción
Superar esta problemática exige acciones concretas y sostenidas por parte de toda la comunidad educativa. Algunas líneas de acción posibles son:
- Reconocimiento de logros y avances personales
- Más allá de las calificaciones, es fundamental que cada estudiante sienta que su esfuerzo y progreso son valorados.
- Estrategias como retroalimentación positiva, celebraciones de logros individuales y colectivos, y la comunicación frecuente con las familias refuerzan la autoestima académica.
- Fomentar una mentalidad de crecimiento
- Promover la idea de que los errores son oportunidades de aprendizaje y que las habilidades pueden desarrollarse con práctica.
- Incorporar en la enseñanza relatos y ejemplos de superación ayuda a combatir la creencia en talentos fijos o limitaciones permanentes.
- Diversificar las estrategias pedagógicas
- Ofrecer múltiples formas de aprender y demostrar lo aprendido permite que cada estudiante encuentre oportunidades de éxito.
- El uso de metodologías activas (aprendizaje basado en proyectos, gamificación, aprendizaje cooperativo) incrementa la motivación y el sentido de pertenencia escolar.
- Cuidar el clima emocional del aula
- Un ambiente respetuoso, seguro y estimulante es condición indispensable para que los estudiantes se atrevan a participar y confiar en sus capacidades.
- El rol del docente como guía y acompañante cercano resulta crucial para transmitir confianza y expectativas positivas.
- Vincular la escuela con la vida cotidiana de los estudiantes
- Cuando los aprendizajes se conectan con intereses reales y problemas del entorno, la motivación escolar aumenta.
- Proyectos que integren saberes con temas de actualidad, arte, deporte o servicio comunitario refuerzan el sentido del aprendizaje.
Conclusión: Una Escuela que Cree en las Capacidades de Todos
El indicador de Autoestima Académica y Motivación Escolar nos recuerda que aprender no solo tiene que ver con contenidos, sino también con confianza y sentido. Una escuela que promueve este indicador es aquella que se esfuerza en mostrar a cada estudiante que sí es capaz de aprender, crecer y aportar con su singularidad.
La tarea, sin embargo, no es exclusiva del profesorado. Directivos, asistentes de la educación y familias también juegan un papel fundamental en generar una cultura escolar donde la valoración, el reconocimiento y la confianza sean parte de la vida cotidiana.
Como afirma Lev Vygotsky (1978), “el aprendizaje despierta una serie de procesos internos que solo se desarrollan cuando el niño interactúa con otros en un entorno de cooperación”. En ese entorno, la autoestima se fortalece y la motivación florece.
El desafío para las comunidades escolares chilenas es claro: convertirse en espacios que transmitan confianza en las capacidades de todos los estudiantes, independientemente de sus resultados inmediatos. Solo así podremos avanzar hacia un sistema educativo que forme personas seguras, motivadas y preparadas para enfrentar la vida con optimismo y resiliencia.
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Referencias
- Agencia de Calidad de la Educación (2016). Indicadores de Desarrollo Personal y Social. Santiago, Chile.
- Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. New York: Freeman.
- Dweck, C. (2006). Mindset: The new psychology of success. New York: Random House.
- MINEDUC (2019). Currículum Nacional de Chile. Santiago, Chile.
- Vygotsky, L. (1978). Mind in Society: The development of higher psychological processes. Harvard University Press.