En el proceso de enseñanza-aprendizaje, la retroalimentación es sumamente importante. Puede ser uno de los elementos más eficaces para favorecer el aprendizaje. Pero no basta con solo dar retroalimentación, esta debe ser efectiva.
En esta publicación entregamos sugerencias para hacer de la retroalimentación un proceso fructífero.
1. Al entregar retroalimentación, haz que los estudiantes sepan y sientan que el aula es un lugar en el que se pueden cometer errores y que, justamente, los errores son oportunidades para aprender. 2. Centra tu retroalimentación en lo que el estudiante supo, hizo o logró. No en sus características personales. 3. Compara el trabajo de los estudiantes con un estándar establecido que les muestre su propio progreso, o la falta de él. No compares el trabajo de un estudiante con el de un compañero. 4. Dosifica la cantidad de información en tus retroalimentaciones. Si entregas mucha información de una vez, lo más probable es que el estudiante no logre comprenderla toda. 5. Sé muy claro con tus estudiantes acerca de lo que esperas que logren con respecto a lo que deben aprender y hacer. Para ello, puedes anticipar los indicadores de logro.
¿Te fue útil esta publicación? No dudes en compartirla con otros docentes o estudiantes.
El cierre del año escolar suele venir cargado de tensión: pruebas acumulativas, reportes, evaluaciones finales y la presión por cumplir metas pedagógicas en poco tiempo. En medio del cansancio generalizado, tanto docentes como estudiantes enfrentan el desafío de sostener el ritmo y cerrar el ciclo escolar de forma significativa. Pero, ¿qué podemos hacer como docentes para acompañar a nuestros estudiantes en este proceso, desde lo académico y lo emocional?
Durante mucho tiempo, la evaluación se ha entendido como el cierre de la enseñanza: el momento de corregir, asignar calificaciones y finalizar una unidad. Sin embargo, cuando se integra al desarrollo de la clase, su propósito e impacto cambian significativamente. La evaluación formativa permite recoger información mientras se aprende, para ajustar lo que se enseña y cómo se enseña. Este enfoque transforma cada clase en una oportunidad para observar, retroalimentar y mejorar. Evaluar formativa...
En muchas aulas, el silencio no es señal de atención, es señal de miedo a equivocarse, miedo al juicio de los compañeros o miedo al rechazo del profesor. Miedo a equivocarse, al juicio de los compañeros o al rechazo del profesor. Este temor frena la participación en discusiones académicas y limita el aprendizaje. Pero, ¿cómo podemos transformar ese miedo en confianza?, ¿cómo crear espacios donde los estudiantes se sientan seguros para opinar, preguntar y debatir?