En el proceso de enseñanza-aprendizaje, la retroalimentación es sumamente importante. Puede ser uno de los elementos más eficaces para favorecer el aprendizaje. Pero no basta con solo dar retroalimentación, esta debe ser efectiva.
En esta publicación entregamos sugerencias para hacer de la retroalimentación un proceso fructífero.
1. Al entregar retroalimentación, haz que los estudiantes sepan y sientan que el aula es un lugar en el que se pueden cometer errores y que, justamente, los errores son oportunidades para aprender. 2. Centra tu retroalimentación en lo que el estudiante supo, hizo o logró. No en sus características personales. 3. Compara el trabajo de los estudiantes con un estándar establecido que les muestre su propio progreso, o la falta de él. No compares el trabajo de un estudiante con el de un compañero. 4. Dosifica la cantidad de información en tus retroalimentaciones. Si entregas mucha información de una vez, lo más probable es que el estudiante no logre comprenderla toda. 5. Sé muy claro con tus estudiantes acerca de lo que esperas que logren con respecto a lo que deben aprender y hacer. Para ello, puedes anticipar los indicadores de logro.
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La evaluación es un proceso pedagógico clave que permite recoger evidencia del aprendizaje de los estudiantes, retroalimentar su progreso y tomar decisiones para mejorar la enseñanza. En este contexto, las rúbricas implican mucho más que solo calificar a los estudiantes; se han transformado en una herramienta fundamental para lograr evaluaciones más claras, transparentes y significativas.
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